sábado, 2 de febrero de 2013

5to Encuentro: La pintura de Enrique Hernandez y la poesia de Gustavo Pereira: lo contemporáneo y lo ancestral

Enrique Hernández Pérez y su mundo geométrico, mágico y simbólico


Enrique Hernández Pérez en su taller, Roma, Italia
Después de 34 años de residencia en Europa, con sus visitas interanuales a Barquisimeto, este mes de enero de 2013, el artista Enrique Hernández Pérez, viene a Venezuela con la intención de quedarse unos cuatro meses continuos para trabajar su obras acá y hacer contacto con galerías y Salones de Arte, con el fin de recuperar un espacio artístico, que en parte había descuidado. En estos años, Hernández Pérez ha realizado múltiples exposiciones individuales y colectivas, con gran receptividad de sus obras, en España, Italia, Chile, México, Suiza y Venezuela, 

Enrique Hernández Pérez, artista larense (Barquisimeto, 1951), estudió en la Escuela de Artes Plásticas "Martín Tovar y Tovar" de Barquisimeto (1969-1972), en una época cuando tratábamos de realizar un arte con un lenguaje más contemporáneo y donde la búsqueda de una expresión latinoamericana fue el norte de casi todos los que allí  estudiábamos  bajo la dirección del artista Simón Gouverneur y la poeta Beatriz Viggiani.

Fueron tiempos de discusiones y confrontaciones, de reflexiones y de atrevimientos, que dió su fruto en la plástica larense.  Indagar en nuestras propias entrañas, en lo profundo y telúrico de nuestras culturas primigenias y en las expresiones populares y sincreticas de nuestro pueblo mestizo, indovenezolano y afrodescendiente,  volteando la mirada hacia la América nuestra, más que hacia Europa, indagar todos los días en lo ontológico y en lo fenomenológico del pensamiento nuestro americano, descubrir el sistema semiológico de nuestros códigos para la realización de un lenguaje plástico, cada día más cercano a nosotros mismos, revisando a la vez, los códigos del arte contemporáneo europeo, como otra herencia. Fue  la gigantesca tarea propuesta con pasión y convicción para descubrirnos en el Ser Latinoamericano.

"Juego en tablero azul"
 En 1979, Enrique Hernández Pérez viaja a España, donde permanece un año. Se residencia en Roma al año siguiente. Desde allí, ha trabajado su pintura y sus gráficas y ha mantenido una consistente búsqueda en el campo de la geometría y lo simbólico  con una visión antropológica y estructuralista.

Su búsqueda inicial, basado en los diseños de la cestería y petroglifos de los pueblos indígenas de la Amazona venezolana, y en los diseños gráficos de la cerámica de la Región arqueológica de Quíbor  en el Estado Lara, lo lleva al uso de colores ocres, tierras y líneas en grecas, que le permitió recrear plásticamente todo un mundo basado en una pintura geométrica, que le ha dado una sólida raíz expresiva y que permanece hoy alimentando su trabajo gráfico y pictórico.

"Símbolos referentes de una cultura"
Posteriormente, Enrique Hernández Pérez, se sumerge en el estudio de la mitología Makiritare de la Amazona venezolana, en su cosmovisión, no para realizar una representación de los mismos, sino para plasmar una reinvención mágico- geométrica de un mundo que le pertenece, que es parte de su yo colectivo. Sus trabajos toman un color cálido y de grandes contrastes. Son los colores de la selva amazónica, la de los tejidos wayuu, los colores de la cosmovisión de un mundo mágico y simbólico, y que hoy entremezcla con códigos tomados de una cultura industrial y tecnológica, de una Europa que pretende por momentos arroparlo. Su obra resulta así de un sincretismo, donde la visión del hombre americano se mantiene. Allí también se descubre, sus estudios de los grandes maestros rusos iniciadores del arte geométrico del siglo XX, de sus primeros estudios de Piet Mondrian y la enseñanza de su maestro Simón Gouverneur, de los conceptos de la antropología estructural de Lévi- Strauss y semiológicos de Ferdinand de Saussure, de su idea de lo mágico  americano como vivencia cultural, que configura los aportes expresivos, plásticos y estéticos que ha alcanzado este artista para reunir estos dos mundos.





COSTADO INDIO: Sobre poesía indígena venezolana 
y otros textos”.(Gustavo Pereira. Editorial Fundación Biblioteca Ayacucho, Caracas, Venezuela, 2001).


Gustavo Pereira
Gustavo Pereira nació en Punta de Piedras, Isla de Margarita, Venezuela, el 7 de marzo de 1940. Es poeta y crítico literario, con Doctorado en Estudios Literarios en la Universidad de La Sorbona de Paris. Fundador del Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales y del Centro de Investigaciones Socio-Humanísticas de la Universidad de Oriente (UDO).
Ha recibido algunos reconocimientos, entre ellos, el Premio Joven Poesía de la Universidad Central de Venezuela (UCV, 1965), el Premio Municipal de Poesía de Caracas (1988), el Premio Fundarte de Poesía (1993), el Premio de la XII Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1997) y el Premio Nacional de Literatura de Venezuela 2001. En 2008, la 5a edición del Festival Mundial de Poesía fue dedicado a este poeta.
Entre sus mas de 30 obras publicadas tenemos: Preparativos del viaje, 1964; El interior de las sombras, 1968; Los cuatro horizontes del cielo, 1970; Poesía de qué, 1971; Libro de los Somaris, 1974; Segundo libro de los Somaris, 1979; El peor de los oficios, 1990; La fiesta sigue, 1992, Escrito de salvaje, 1993; Costado indio, 2001; Los seres invisibles, 2005.



“Ser poeta latinoamericano hoy es un estado de conciencia”
Gustavo Pereira






COSTADO INDIO es uno de esos pocos libros escritos por un poeta, donde no solo presenta su propia poesía, sino que también  “revela su inclinación por la sensibilidad y el ritmo del poema indígena”. Así nacen los “Eremuk”, poemas cortos a la manera del canto pemón, como un homenaje a ese pueblo de la Gran Sabana, escritos de manera bilingüe pemón-castellano, y que deja ver toda la sensibilidad a traves de hermosas metaforas, en un eterno acercamiento a su raiz indigena:


   

Toronkán daí                                                                                            Toronkán daí


Toronkán daí                                                               En tiempos de vientos fuertes
          Chintö tesán                                                                         Los que están allá
          Etek n-epuná-san                                                                 Los enseñados por la piedra
Sané                                                                            Ciertamente
           Sané                                                                                    A la verdad
                        U-n-apömasán yamó                                                       Estos son llamados por mi
Sörö-warö                                                                    Ahora
                Kapuí viyú yaí to etöpö                                               Se fueron con la luz de la luna
                           Sörö daú.                                                                     En este día



              Yuro ad-avachirú                                                             Yuro ad-avachirú



Tukarö chiricö temotasén pa it-chirön-ta        Por todas las estrellas fugaces y su chisporrotear
Tukarö aimutún it-ekú.yöiton poró                    Por todos los arboles que tienen su jugo blanco 
Katurú. yepoí Katurú.donó                                 Sobre las nubes Bajo las nubes
Ka-verek yepoí Etinka donó                               Sobre las calinas Bajo el retumbar del trueno
I-kaí vinu Pu-yaí vinu Paraú. ratoí po                Aguas arriba Aguas abajo
Wei epaka vinu tuteí                                            Caminando hacia la salida del sol
Dereta pairö chia pairé                                        Hacia la medianoche o más allá
                               Apötöpök e´daik.                                                                     Yo te amo


       
Pereira nos entrega también en este libro, un estudio de la poesía, mitos y otras expresiones literarias de los pueblos indígenas que habitan hoy en la región amazónica de Venezuela, mostrándonos  “sus estudios sobre la metáfora y el símbolo, la reiteración del verso y, sobre todo, el sentido de la poesía, en tanto que expresión viva y cotidiana en esos pueblos,” en “esa otra sensibilidad, soslayada tradicionalmente, cuya lógica y estética nos comunica con otra forma de aprehender la realidad, lejana a nuestra lógica aristotélica, eurocéntrica y occidental, pero que también subyace en la conformación de nuestro imaginario latinoamericano”   

 Al final de este libro, el poeta realiza un acucioso y crítico ensayo de esta “América amaestrada” que se expresa en el pensamiento de una sociedad criolla que ha “heredado los prejuicios etnocéntricos y racistas del colonizador”, revelando esa cultura del pensamiento colonizado que aún hoy persiste en muchos nacidos y nacidas en estas tierras,  expresados en una conducta casi irracional, intolerantes, racistas y con una carga de prejuicio que les cubre el alma y el entendimiento, como una gruesa costra. ( El pasado viernes 1 de febrero, casi fui testigo  en una clase de “doctorantes de Cultura Latinoamericana y del Caribe” en la Universidad Pedagógica de Barquisimeto, de esa actitud de pensamiento colonizado, con un intento de "linchamiento intelectual" por parte de enardecidos "doctorantes" con el apoyo tacito del Doctor responsable de la catedra, que se negaban a aceptar lo expuesto por  un grupo que exponian nuestro origen indigena y la riqueza que ello ha significado para el Ser Latinoamericano y esta "raza cosmica" de la que hablaba Vasconcelos.)

COSTADO INDIO: Sobre poesía indígena venezolana y otros textos” es un libro de fundamental lectura y estudio para conocer y comprender nuestro Ser Latinoamericano. De venta en todas  las Librerías del Sur. Recomendamos su lectura.




La vuelta al origen: ser uno mismo y el todo social, una búsqueda artística necesaria. 


”Cuando el hombre se sintió solo en el paisaje primordial de la prehistoria, acomodo su vida con monumentos creados con las piedras y recursos de que disponía. Aquel mundo silvestre y elemental tenia por escenario la vastedad misma de la tierra y los confines del cielo, las estrellas y el cosmo. Y con ellos se comunicaba: las piedras del santuario megalítico de Strnehenge, están dispuestas en homenaje al sol, de tal manera que el eje coincide con el punto de la salida del sol, en el día mas largo del verano y del año. Casi cuatro milenios mas tarde, el hombre ya no vive en tan esplendidos tratos con el universo y se ha convertido en otra cosa. En animal de ciudad.

También en Venezuela el hombre de las primeras eras manejo lenguajes con el universo. Hundió las manos en arcilla y plasmo efigies de dioses y entes terrenos. Grabó el signo y la imagen en la piedra. Reprodujo en tejidos de fibras y tintas naturales la mínima arquitectura de la geometría rigurosa, como versiones decantadas de los pulsos orgánicos. Si hay algo en común en las culturas autóctonas y en las que vinieron con calor y con cantos del África, es la unión comunitaria en la misma trama vital: cada uno era él mismo y el todo de la sociedad. El conquistador trajo de Europa credos y dogmas, tal vez más fuertes que las armas y el aniquilamiento, porque ya no habría más un “nosotros”. Toda nuestra historia, desde entonces, es, deberá ser, el esfuerzo por conseguir la solidaridad total de pueblo, que solo la conciencia de la identidad cultural podrá devolvernos”.

(Roberto Guevara. “Arte para una nueva escala”, Editado por Maraven, Caracas, Venezuela, 1978)



Miguel Granado-Troconis
Artista Plástico / Lic. en Artes Plásticas 
artegranado@gmail.com


No hay comentarios:

Publicar un comentario