domingo, 3 de febrero de 2013

6to Encuentro: Arte Contemporáneo de Lara en el Museo Alejandro Otero de Caracas

(Tomado de  Agencia Venezolana de Noticias. Exposición Na'guará recorre la naturaleza viva del estado Lara en el MAO )

Exposición Na'guará recorre la naturaleza viva del 

estado Lara en el Museo Alejandro Otero

Escultura de Joel Pacheco  delante del texto de presentación de la exposición  Na Guara 
Caracas, 30 Ene. AVN.- Con una propuesta cargada de elementos plásticos recogidos de la madre naturaleza, la exposición Na'guará. Arte contemporáneo de Lara ofrece una gama de tendencias e innovaciones escultóricas en las salas 1, 2 y 3 del Museo Alejandro Otero (MAO), ubicado en el Complejo Cultural La Rinconada.
El motivo larense "está inundado de mucha originalidad. Son propuestas locales que no están contaminadas y tienen siempre presente un referente hacia lo venezolano, sin estar lleno de tendencias foráneas. Sus técnicas abordan el terruño de manera pura. Las obras atrapan por su esencia local", describe el curador de la muestra, Luis Galíndez.
Temas cercanos a la región como la tierra, las situaciones cotidianas, símbolos ancestrales, tradiciones populares, experiencias personales de cada artista y la infancia como recuerdo emocional ligado a las nuevas creaciones, son parte del repertorio visual de la muestra.
"Hay una sala dedicada a lo ancestral y simbólico, donde se encuentran materia, escultura, técnicas de vitrofusión y trabajos en tela. También hay mucha presencia de materiales autóctonos de Lara como la cocuiza, la madera, los pájaros y la amplia naturaleza", agregó el curador.

Miguel Granado Troconis
Durante el recorrido resaltan un par de piezas que nutren la serie Las venas abiertas, del artista Miguel Granado-Troconis, inspiradas en conceptos extraídos del texto del uruguayo Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina.
"Trabajé aspectos como la conquista, nuestra emancipación hasta hoy y, sobre todo, me preocupé mucho por la explotación del petróleo y la eterna búsqueda del oro. Trabajé cada concepto a través de la abstracción, el estudio del color y un acercamiento con los hilos y tapices", resalta el creador.Su cuadro lleva por nombre Mar en azul petróleo y se complementa con lana oscura, brochazos espesos y un océano profundo que va en degradación hasta tonalidades más claras. Su pareja, La rueda de El dorado, subraya el amarillo en la mirada y se complementa con una rueda que simboliza el eterno círculo corruptivo del hombre en búsqueda de riquezas materiales.
Esos objetos que se añaden a la obra de arte son parte "de un gran paseo que hago por mi ciudad. Voy a esos lugares donde la gente bota cosas, las recojo y las llevo a mi taller para incorporarlos a mi técnica pictórica", explica Granado.

Enrique Hernandez Perez
El fin de un milenio también adorna las paredes con signos figurativos en formas geométricas de varias texturas cromáticas que a descripción de su creador  demuestran el caos presente en la crisis económica atravesada por Europa después de la llegada del nuevo milenio.
"Es una obra que parte de las tensiones sociales que se están dando en Europa y que he tomado a partir de mi larga estadía en Roma. Tomo algunos elementos de la crisis como la angustia en la gente y las movilizaciones populares", detalla Enrique Hernández Pérez.



Henry Gil
Justo en la entrada de la exposición descansa una estructura colgante amarrada ordinariamente con caña brava, bambú, pabilo, mata de uva de playa y caracoles. Se trata de una creación de Henry Gil, artista que con su pieza rinde homenaje a la sencillez del "Pintor de Macuto", Armando Reverón.
"Se llama Barca solar y está elaborada con materiales de reciclaje, cosas que se recogen en la orilla de la playa. Es una pieza que rememora la sencillez de los materiales que él utilizó (Reverón)", subraya el artista.


Obras para apreciar
Por la sala 2 del MAO se aprecian una decena de obras para degustar con los ojos. Van desde La cama, de Francisco León, hasta el juego arenoso deMarabunta, de Lino Rojas, que se desparrama por el piso.
En la primera, el costado de madera de una amplia cama se observa frontal juntada con una intervención de tela que se aprecia como una frondosa cobija almidonada en azules pálidos. La segunda simula un juego de niños en el que la arena pastosa recrea una autopista repleta de insectos esculpidos en madera y metales.
Por su parte, la sala 1 se muestra como un desierto abierto en el que las piezas colgantes representan cielo, tierra y la humanidad pintada a partir de rituales indígenas. Destacan las esculturas de Rosellano García, hechas en hierro sobre cortezas de árboles que adornan el espacio con tres piezas sin título.
El imaginario indígena se ve representado en la lanza o flecha de madera esculpida, titulada Ley de la tierra, ley de la vida, del creador Rodrigo Rodríguez. La pieza se levanta sobre un círculo de piedras rodeado de huellas de pies pintadas de rojo que simulan la danza ancestral de uno o varios hombres.
Para finalizar, la sala 3 se integra de grandes cuadros al estilo impresionista, instalaciones de papel pintado, fotografías urbanas, vídeos y colgantes sujetos con largos cordones.
Sumergiéndote en el olvido, de Adrián Pérez, aporta peso al espacio aéreo con tres piedras sostenidas por largos hilos negros hasta el techo.
Así, entre esculturas, juegos de óleos, innovaciones levantadas en el piso del museo e historias capturadas con cámaras de video el estado Lara ofrece su más popular expresión de ¡Na'guará, llegaron los guaros!, como reza el material informativo de la exposición, que se mantendrá hasta abril en el MAO, de 9:00 de la mañana a 5:00 de la tarde.

Tres pinturas de la "Serie Las venas abiertas" de Miguel Granado Troconis



Sala Dos, a la izquierda obras de Miguel Granado Troconis, al frente obra de Lino Rojas

Sala Dos, a la derecha  poliptico de Jorge Sanchez y obra de Efrain  Franco 

Esculturas de Adrian Perez

Sala Uno, a la izq. y centro esculturas de Roseliano Garcia y al fondo esculturas 
de Rodrigo Rodriguez.


Miguel Granado-Troconis
Artista Plástico / Lic. en Artes Plásticas 
artegranado@gmail.com
AVN 30/01/2013 16:01

sábado, 2 de febrero de 2013

5to Encuentro: La pintura de Enrique Hernandez y la poesia de Gustavo Pereira: lo contemporáneo y lo ancestral

Enrique Hernández Pérez y su mundo geométrico, mágico y simbólico


Enrique Hernández Pérez en su taller, Roma, Italia
Después de 34 años de residencia en Europa, con sus visitas interanuales a Barquisimeto, este mes de enero de 2013, el artista Enrique Hernández Pérez, viene a Venezuela con la intención de quedarse unos cuatro meses continuos para trabajar su obras acá y hacer contacto con galerías y Salones de Arte, con el fin de recuperar un espacio artístico, que en parte había descuidado. En estos años, Hernández Pérez ha realizado múltiples exposiciones individuales y colectivas, con gran receptividad de sus obras, en España, Italia, Chile, México, Suiza y Venezuela, 

Enrique Hernández Pérez, artista larense (Barquisimeto, 1951), estudió en la Escuela de Artes Plásticas "Martín Tovar y Tovar" de Barquisimeto (1969-1972), en una época cuando tratábamos de realizar un arte con un lenguaje más contemporáneo y donde la búsqueda de una expresión latinoamericana fue el norte de casi todos los que allí  estudiábamos  bajo la dirección del artista Simón Gouverneur y la poeta Beatriz Viggiani.

Fueron tiempos de discusiones y confrontaciones, de reflexiones y de atrevimientos, que dió su fruto en la plástica larense.  Indagar en nuestras propias entrañas, en lo profundo y telúrico de nuestras culturas primigenias y en las expresiones populares y sincreticas de nuestro pueblo mestizo, indovenezolano y afrodescendiente,  volteando la mirada hacia la América nuestra, más que hacia Europa, indagar todos los días en lo ontológico y en lo fenomenológico del pensamiento nuestro americano, descubrir el sistema semiológico de nuestros códigos para la realización de un lenguaje plástico, cada día más cercano a nosotros mismos, revisando a la vez, los códigos del arte contemporáneo europeo, como otra herencia. Fue  la gigantesca tarea propuesta con pasión y convicción para descubrirnos en el Ser Latinoamericano.

"Juego en tablero azul"
 En 1979, Enrique Hernández Pérez viaja a España, donde permanece un año. Se residencia en Roma al año siguiente. Desde allí, ha trabajado su pintura y sus gráficas y ha mantenido una consistente búsqueda en el campo de la geometría y lo simbólico  con una visión antropológica y estructuralista.

Su búsqueda inicial, basado en los diseños de la cestería y petroglifos de los pueblos indígenas de la Amazona venezolana, y en los diseños gráficos de la cerámica de la Región arqueológica de Quíbor  en el Estado Lara, lo lleva al uso de colores ocres, tierras y líneas en grecas, que le permitió recrear plásticamente todo un mundo basado en una pintura geométrica, que le ha dado una sólida raíz expresiva y que permanece hoy alimentando su trabajo gráfico y pictórico.

"Símbolos referentes de una cultura"
Posteriormente, Enrique Hernández Pérez, se sumerge en el estudio de la mitología Makiritare de la Amazona venezolana, en su cosmovisión, no para realizar una representación de los mismos, sino para plasmar una reinvención mágico- geométrica de un mundo que le pertenece, que es parte de su yo colectivo. Sus trabajos toman un color cálido y de grandes contrastes. Son los colores de la selva amazónica, la de los tejidos wayuu, los colores de la cosmovisión de un mundo mágico y simbólico, y que hoy entremezcla con códigos tomados de una cultura industrial y tecnológica, de una Europa que pretende por momentos arroparlo. Su obra resulta así de un sincretismo, donde la visión del hombre americano se mantiene. Allí también se descubre, sus estudios de los grandes maestros rusos iniciadores del arte geométrico del siglo XX, de sus primeros estudios de Piet Mondrian y la enseñanza de su maestro Simón Gouverneur, de los conceptos de la antropología estructural de Lévi- Strauss y semiológicos de Ferdinand de Saussure, de su idea de lo mágico  americano como vivencia cultural, que configura los aportes expresivos, plásticos y estéticos que ha alcanzado este artista para reunir estos dos mundos.





COSTADO INDIO: Sobre poesía indígena venezolana 
y otros textos”.(Gustavo Pereira. Editorial Fundación Biblioteca Ayacucho, Caracas, Venezuela, 2001).


Gustavo Pereira
Gustavo Pereira nació en Punta de Piedras, Isla de Margarita, Venezuela, el 7 de marzo de 1940. Es poeta y crítico literario, con Doctorado en Estudios Literarios en la Universidad de La Sorbona de Paris. Fundador del Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales y del Centro de Investigaciones Socio-Humanísticas de la Universidad de Oriente (UDO).
Ha recibido algunos reconocimientos, entre ellos, el Premio Joven Poesía de la Universidad Central de Venezuela (UCV, 1965), el Premio Municipal de Poesía de Caracas (1988), el Premio Fundarte de Poesía (1993), el Premio de la XII Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1997) y el Premio Nacional de Literatura de Venezuela 2001. En 2008, la 5a edición del Festival Mundial de Poesía fue dedicado a este poeta.
Entre sus mas de 30 obras publicadas tenemos: Preparativos del viaje, 1964; El interior de las sombras, 1968; Los cuatro horizontes del cielo, 1970; Poesía de qué, 1971; Libro de los Somaris, 1974; Segundo libro de los Somaris, 1979; El peor de los oficios, 1990; La fiesta sigue, 1992, Escrito de salvaje, 1993; Costado indio, 2001; Los seres invisibles, 2005.



“Ser poeta latinoamericano hoy es un estado de conciencia”
Gustavo Pereira






COSTADO INDIO es uno de esos pocos libros escritos por un poeta, donde no solo presenta su propia poesía, sino que también  “revela su inclinación por la sensibilidad y el ritmo del poema indígena”. Así nacen los “Eremuk”, poemas cortos a la manera del canto pemón, como un homenaje a ese pueblo de la Gran Sabana, escritos de manera bilingüe pemón-castellano, y que deja ver toda la sensibilidad a traves de hermosas metaforas, en un eterno acercamiento a su raiz indigena:


   

Toronkán daí                                                                                            Toronkán daí


Toronkán daí                                                               En tiempos de vientos fuertes
          Chintö tesán                                                                         Los que están allá
          Etek n-epuná-san                                                                 Los enseñados por la piedra
Sané                                                                            Ciertamente
           Sané                                                                                    A la verdad
                        U-n-apömasán yamó                                                       Estos son llamados por mi
Sörö-warö                                                                    Ahora
                Kapuí viyú yaí to etöpö                                               Se fueron con la luz de la luna
                           Sörö daú.                                                                     En este día



              Yuro ad-avachirú                                                             Yuro ad-avachirú



Tukarö chiricö temotasén pa it-chirön-ta        Por todas las estrellas fugaces y su chisporrotear
Tukarö aimutún it-ekú.yöiton poró                    Por todos los arboles que tienen su jugo blanco 
Katurú. yepoí Katurú.donó                                 Sobre las nubes Bajo las nubes
Ka-verek yepoí Etinka donó                               Sobre las calinas Bajo el retumbar del trueno
I-kaí vinu Pu-yaí vinu Paraú. ratoí po                Aguas arriba Aguas abajo
Wei epaka vinu tuteí                                            Caminando hacia la salida del sol
Dereta pairö chia pairé                                        Hacia la medianoche o más allá
                               Apötöpök e´daik.                                                                     Yo te amo


       
Pereira nos entrega también en este libro, un estudio de la poesía, mitos y otras expresiones literarias de los pueblos indígenas que habitan hoy en la región amazónica de Venezuela, mostrándonos  “sus estudios sobre la metáfora y el símbolo, la reiteración del verso y, sobre todo, el sentido de la poesía, en tanto que expresión viva y cotidiana en esos pueblos,” en “esa otra sensibilidad, soslayada tradicionalmente, cuya lógica y estética nos comunica con otra forma de aprehender la realidad, lejana a nuestra lógica aristotélica, eurocéntrica y occidental, pero que también subyace en la conformación de nuestro imaginario latinoamericano”   

 Al final de este libro, el poeta realiza un acucioso y crítico ensayo de esta “América amaestrada” que se expresa en el pensamiento de una sociedad criolla que ha “heredado los prejuicios etnocéntricos y racistas del colonizador”, revelando esa cultura del pensamiento colonizado que aún hoy persiste en muchos nacidos y nacidas en estas tierras,  expresados en una conducta casi irracional, intolerantes, racistas y con una carga de prejuicio que les cubre el alma y el entendimiento, como una gruesa costra. ( El pasado viernes 1 de febrero, casi fui testigo  en una clase de “doctorantes de Cultura Latinoamericana y del Caribe” en la Universidad Pedagógica de Barquisimeto, de esa actitud de pensamiento colonizado, con un intento de "linchamiento intelectual" por parte de enardecidos "doctorantes" con el apoyo tacito del Doctor responsable de la catedra, que se negaban a aceptar lo expuesto por  un grupo que exponian nuestro origen indigena y la riqueza que ello ha significado para el Ser Latinoamericano y esta "raza cosmica" de la que hablaba Vasconcelos.)

COSTADO INDIO: Sobre poesía indígena venezolana y otros textos” es un libro de fundamental lectura y estudio para conocer y comprender nuestro Ser Latinoamericano. De venta en todas  las Librerías del Sur. Recomendamos su lectura.




La vuelta al origen: ser uno mismo y el todo social, una búsqueda artística necesaria. 


”Cuando el hombre se sintió solo en el paisaje primordial de la prehistoria, acomodo su vida con monumentos creados con las piedras y recursos de que disponía. Aquel mundo silvestre y elemental tenia por escenario la vastedad misma de la tierra y los confines del cielo, las estrellas y el cosmo. Y con ellos se comunicaba: las piedras del santuario megalítico de Strnehenge, están dispuestas en homenaje al sol, de tal manera que el eje coincide con el punto de la salida del sol, en el día mas largo del verano y del año. Casi cuatro milenios mas tarde, el hombre ya no vive en tan esplendidos tratos con el universo y se ha convertido en otra cosa. En animal de ciudad.

También en Venezuela el hombre de las primeras eras manejo lenguajes con el universo. Hundió las manos en arcilla y plasmo efigies de dioses y entes terrenos. Grabó el signo y la imagen en la piedra. Reprodujo en tejidos de fibras y tintas naturales la mínima arquitectura de la geometría rigurosa, como versiones decantadas de los pulsos orgánicos. Si hay algo en común en las culturas autóctonas y en las que vinieron con calor y con cantos del África, es la unión comunitaria en la misma trama vital: cada uno era él mismo y el todo de la sociedad. El conquistador trajo de Europa credos y dogmas, tal vez más fuertes que las armas y el aniquilamiento, porque ya no habría más un “nosotros”. Toda nuestra historia, desde entonces, es, deberá ser, el esfuerzo por conseguir la solidaridad total de pueblo, que solo la conciencia de la identidad cultural podrá devolvernos”.

(Roberto Guevara. “Arte para una nueva escala”, Editado por Maraven, Caracas, Venezuela, 1978)



Miguel Granado-Troconis
Artista Plástico / Lic. en Artes Plásticas 
artegranado@gmail.com