sábado, 18 de mayo de 2013

8vo Encuentro: Nuestro pensamiento filosófico latinoamericano y las artes de Lara; Visual y Contemporanea

Lara, visual y contemporánea fue el nombre de la muestra plástica que 14 artistas larenses mostramos desde el 10 de mayo hasta el 10 de junio de 2013 en el Centro para las Artes "Arturo Michelena" de la Fundación Banco Industrial de Venezuela en Caracas. 
Mostramos el texto de presentación escrito por Maria Elena Diaz Carmona y algunas fotos de la exposición  y piezas que allí estuvieron.




Lara, visual y contemporánea constituye una variada convivencia de propuestas. Referencian hitos históricos, rupturas, persistencias. En Lara lo contemporáneo irrumpe a principios de la década del setenta del siglo XX, como alternativa y como contrapropuesta al lenguaje de la modernidad con el cual han querido definir lo esencial de la plástica larense, como lo es el tratamiento naturalista del paisaje con algunos visos de impresionismo, en algunos casos logrado con acierto. Romper ese paradigma que pudiera pesar como tradición insustituible es búsqueda común de estos artistas que actualmente se presenta en el Centro para las Artes “Arturo Michelena” de la Fundación Banco Industrial de Venezuela en Caracas.


Izq. 4 obras de Enrique Hernandes Perez y a la derecha 2 obras de Pablo Perez (Foto Katherin Chacon)


Obra de Henrri Gil Guaido
Con esos autores pudiéramos hacer un recorrido histórico de los últimos cuarenta años de la plástica larense, si asumiéramos un enfoque generacional en cuanto a su momento de emergencia, su escuela de formación y su proceso de investigación. Lo interesante de todos ellos se desplaza de lo meramente histórico – cronológico y se ampara en su necesidad permanente para navegar las inquietudes de una investigación particular a partir de una noción de lo contemporáneo. Ocho de los artistas que participan comparten la coincidencia formativa dentro de la Escuela de Artes Plásticas de Barquisimeto dirigida por el artista Simón Gouverneur entre 1969 y 1973, quien definitivamente impulsa la indagación de la producción plástica desde una vitalización  de las culturas primeras de América  y con la noción de que cada señal que el mundo provee es algo más que geografía natural, es acaso un paisaje valorado desde el mito y la magia, desde la síntesis y la esquematización, desde la ecología como reunión de los saberes ancestrales y las realidades y angustias actuales. Es éste el mayor legado de Simón Gouverneur en Lara, abrir las compuertas para que un grupo de artistas asumieran la representación visual, consientes  de las perspectivas de los saberes ancestrales, pues definitivamente ya no se intentará realzar el follaje vegetal o serle fiel a la línea del horizonte de manera realista, sino llegar a la hoja, a la piedra, al cielo, destacando el papel de ese elemento dentro del sutil entramado de la particularidad socio-histórica, intentando expresar el ser latinoamericanos, tocados con el signo de los medios y materiales contemporáneos. 
"Las Turas" de Roseliano Garcia

Esos ocho creadores visuales (David Escobar, Miguel Granado-Troconis, Roseliano García Soto, Rodrigo Rodríguez, Enrique Hernández Pérez, Henrri Gil Guaidó, Luís Galindez y Pablo Pérez), han transitado más de cuarenta años en la plástica, formados e instalados en Lara, aunque algunos no  hayan nacido allí. Los otros seis creadores (Manuel Antonio Rivero, Joel Pacheco Cuello, Yajaira Sánchez, Luis Eduardo Rodríguez, Oscar Pernía Bracamonte y Rafael Reyes) también se forman en la Escuela de Artes de Barquisimeto, pero unos en los ochenta y otros en los noventa de finales del siglo XX. Ellos transitaron el camino de ruptura de los anteriores como si fuesen los primeros; porque la generación formada por Gouverneur, quedó sumida en una especie de suspenso que se reactivó desde inicios de los noventa. 

Constituyen cada uno, una senda de indagación, en cuanto a los medios y los materiales, lo inquietante de las motivaciones culturales, lo conscientes de su destino como irrupción frente a la tradición académica naturalista que todavía impacienta a unos cuantos, por estos lares.
Las obras que hoy se muestran, constituyen, pues, un acumulado de rupturas que se reinventan, planteándose búsquedas y mostrando los logros conseguidos. 
"Las Venas de El Potosí" de Miguel
 Granado Troconis


Dentro de este grupo, delimitaremos varios intereses, el primero la reflexión sobre la circunstancia tempo-espacial, en la cual su subjetividad se expresa como espiritualidad o sensibilidad, como creencia o como causa. La cultura se convierte en terreno que les preocupa y esperanza, convirtiendo esta reflexión en un cuerpo plástico que indaga materiales, técnicas y escenificaciones de lo real: Henrri Gil Guaidó, David Escobar, Miguel Granado-Troconis, Roseliano García Soto, Manuel Antonio Rivero, Luís Galindez, Joel Pacheco Cuello y Rodrigo Rodríguez incorporan objetos, yuxtaponen materiales, fibras naturales, insertándose en alguna de estos caminos: el sentido ecológico, la filiación mágica-telúrica y/o el encuentro simbólico. Sus obras contienen sugerencias, una recreación por síntesis o por análisis de los elementos del paisaje, a través de diversos recursos compositivos, en ellos persiste la esquematización de las formas, el reconocimiento étnico de los pueblos originarios, especie de lirismo devenido desde una percepción de la naturaleza que la sabe sagrada y eterna, origen y destino, que plásticamente genera atmósferas y planos, con el manejo de transparencias que bien pueden insinuar campos de agua, horizontes de luz, tierras saturadas de inocencia.
Obra de Manuel Rivero

Partiendo de la las mismas preocupaciones y objetos de interés Pablo Pérez complementaría este grupo, en los cuales  persiste la esquematización y síntesis de las formas, en su caso trabaja como acumulación y reiteración. Igualmente Enrique Hernández Pérez se acerca a estas indagaciones, menos lírico en el trazo o el manejo de pigmento, su obra está plena de conjunciones y alfabetos iconográficos resueltos como una totalidad susceptible de múltiples lecturas; sus formas y planos cromáticos se convierten en una cartografía de lo hibrido y heterogéneo de la realidad actual y de la memoria que persiste. 

La otra línea indagatoria enfatiza su amor por los elementos plásticos y la posibilidad expresiva que ellos le ofrecen, arraigados más en la exploración de lo perceptible, de las tramas y planos que se entrecruzan, de las calidades del color y/o el valor, de las infinitas posibilidades que brinda el espacio bidimensional, de un rigor en el manejo de sus recursos expresivos y técnicos que sin embargo no se convierten en fría abstracción, sino más bien en un gustoso fluir. Así se presentan Yajaira Sánchez, Luis Eduardo Rodríguez y Oscar Pernía Bracamonte.
Izq. 3 obras de Oscar Pernia, al centro 2 obras de Yajaira Sanches y dereccha 1 de
Luis Rodriguez.
 (Foto de Katherin Chacon)


Obra de Rafael Reyes
Rafael Reyes, por último, se planta ante la realidad visual, con una singularidad figurativa asociada a corrientes artísticas de gran impacto como el pop, su obra logra contener una especie de ritualismo, resuelto con objetos producidos en masa, despersonalizados y anónimos, combinados como nuevos calendarios o tótems.

He aquí pues un compendio de la obra que actualmente realizan estos creadores, entre el antiguo  ritual y el cosmopolitismo, entre las formas plásticas como mundo de percepciones, y, como síntesis de un muy antiguo mar que alguna vez cubrió esta tierra.



Obra de Luis Rodriguez


Obra de Yajaira Sanchez




Ponencia y reflexiones sobre el libro "El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y "latino" (1300 - 2000)"

Enrique Dussel y Edgar Montiel hablando sobre el libro EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO LATINOAMERICANO, DEL CARIBE Y "LATINO" (1300 - 2000), el 14 de noviembre de 2012 en el Paraninfo Universitario, Zona 1, Ciudad de Guatemala durante el III Congreso Centroamericano de Filosofía.


Ponencias de Edgar Montiel (Izq.) y Enrique Dussel 




El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y “latino” (1300-2000): historia, corrientes, temas, filosofos. Enrique Dussel (Editor), Eduardo Mendieta (Editor), Carmen Bohórquez (Editor), 1111 páginas, Siglo XXI Editores, Mexico, 2011

Esta obra fue proyectada, más que como un libro, como el inicio de un movimiento filosófico continental. Es decir, los autores de las contribuciones tienen conciencia de que la tarea que han asumido es de tal envergadura que no pueden sino cumplirla parcialmente. Los trabajos a todo lo largo y ancho de toda la región latinoamericana sobrepasan a los especialistas de la historia o de temas expuestos en el orden nacional. Cuando debe abordarse la temática tal como lo exige una obra sobre la filosofía latinoamericana, se encuentran dificultades tales como la falta de bibliotecas especializadas en este tema regional, de especialistas que hayan tratado los temas, de que se hayan estudiado suficientemente los asuntos para poder instaurar diversas hipótesis que permitan fecundos debates. Todo comienza entonces por obtener los materiales bibliográficos y temáticos necesarios. Esto no se logra en corto tiempo: exige años de perseverancia en los que los autores se dan cuenta de los límites de la empresa. Por ello, mucho más que el lector, son los mismos editores y autores de esta obra los que tienen conciencia de que solo se ha iniciado la extracción de un precioso metal de una rica mina casi inexplorada en su conjunto. 

Miguel Granado-Troconis
Artista Plástico / Lic. en Artes Plásticas 
artegranado@gmail.com

domingo, 24 de marzo de 2013

7mo. Encuentro: Alberto Riera, la obra de arte y el artista


La pintura de Alberto Riera como expresión de vida

Una de las obras más compleja y a la vez más sencilla que artista alguno haya realizado en esta primera década del siglo XXI en el arte larense, tal vez sea la del artista Alberto Riera (Barquisimeto, Estado Lara, Venezuela 1978), por la laboriosidad en el concepto y la simplicidad en el trazo, realizados con una energía que pareciera estar hecho al azar, pero que no descuida ningún detalle, ningún trazo, ningún color o mancha que superpone, lava, raya, chorrea o mezcla.


En 1998 Alberto Riera se acerca por primera vez al conocimiento de la pintura  para estudiar Percepción y Composición, programa que yo recién había elaborado y que impartía en la Escuela de Artes Plásticas “ Martín Tovar y Tovar” de Barquisimeto, con la intención, no de enseñar a dibujar o pintar a los participantes, sino a poner en práctica mi teoría sobre la aprehensión del conocimiento, enseñándoles  a descubrir sus  propias capacidades perceptivas a través de la comprensión del proceso de observación, y a descubrir la composición partiendo no de las reglas académicas, sino de los nuevos procesos propuestos por la psicología de la percepción y por las experiencias realizadas por diversos artistas modernos y contemporáneos, orientándolos a expresarse mediante su propia energía, a pintar a través del color y la mancha sacada de lo interior de sí y componer valiéndose de elementos situados en lugares  y situaciones diferentes para recomponerlos mentalmente, como un ejercicio de creatividad pura. “Copiar la realidad no te hará nunca un mejor pintor, es tu propia energía y la confianza en ella la que te hará un gran artista”, le solía decir al joven estudiante, con la esperanza de que comprendiera mi propuesta. Observaba que los trazos o manchas que realizaba tenían una particular forma, por ello cada  ejercicio era sometido a una conversación para ganar confianza en sí mismo. “No te confíes en las líneas que ves en la realidad, ni busque imitar con tus trazos algún parecido con los objetos… Lo importante son tus trazos, el descubrirte a ti mismo, en percibir desde dentro y en tu capacidad de crear algo diferente pero que exprese tu interioridad…La fuerza de tu trazo no está en la copia del objeto, está en lo que sientes al hacerlo, está en tu cerebro pero también aquí, en tu corazón..."  Cada día observaba la intensidad y la fuerza de sus trazos, sus manchas y en eso confiamos. 

Posteriormente Alberto Riera viaja a New York a estudiar inglés, pero su curiosidad lo lleva al taller de la artista Elba Damast, (Isla Pedernales, Estado Delta Amacuro, Venezuela, 1944 / New York, 2005), considerada por la crítica estadounidense como una de las 10 mejores mujeres artista en U.S.A., según revista especializada que yo mismo leí en casa de Elba, y quien trabajaba con pintura, ensamblaje y elementos escultóricos incorporados en una relación mística y neo expresionista. 


Elba quien era practicante de una religión de origen hinduista, le enseñará a Alberto Riera, no sólo el oficio y la disciplina en las artes, le reafirmará el concepto de energía interior, como elementos necesarios para la observación, la creación y la expresión. Lo llevará a las galerías y museos de arte contemporáneo de New York para observar las obras de los grandes artistas y le explicara los procesos y al final lo conduce a estudiar en el Student Art League, donde aprende técnicas y se sumerge en los talleres.

Sus ojos habidos de conocimiento lo lleva también a observar con una mirada especial el encanto de los grafitis superpuestos como enmarañados trazos en los muros de la ciudad y en especial los realizados en los vagones del metro, irreverentes, frescos, contestatarios.   Descubre también la obra de Jean-Michel Basquiat (Brooklyn, N.Y. 1960 / NoHo, N.Y. 1988) y su espíritu indomable lo lleva a identificarse con ese genio de la calle, especie de “culto primitivo”, grafitero y figurativo neo expresionista, que caminó entre grandes galeristas y artistas y que pintó sin reglas ni preocupaciones académica que lo ataran.

El paso de Alberto Riera por la Escuela de Artes Plásticas “ Martín Tovar y Tovar” de Barquisimeto, cierta influencia de Elba Damast, de sus sabias palabras y de su pintura donde el uso de textos en las obras, así como el tratamiento del color en forma de  manchas, mas su paso por la Student Art League de New York, el impacto de los grafitis de los muros y los trenes de esa ciudad y el descubrimiento de Jean-Michel Basquiat,  constituyen en conjunto para Alberto Riera, el corpus, la  gran escuela que le permitió comprender y atreverse a realizar con plena confianza sus primeros trabajos. 

Flores toxicas
Alberto Riera regresa a Venezuela, traduce las realidades, redescubre su entorno y su realidad social y natural. Comienza un trabajo basado en un lenguaje expresionista abstracto, con códigos muy gestuales, explosivos y algo simbólicos, con uso de elementos caligráficos. Toma como tema la corrosión de la naturaleza.  Reinventa su forma de pintar, crea nuevos códigos expresivos, introduce palabras aisladas o morfemas como una nueva señalética de su realidad. Utiliza técnicas y pigmentos no convencionales, y se expresa con desparpajo en cada tela.  Es transgresor, irrespetuoso de las leyes académicas. Crea, descubre y redescubre su propia estética. Lo ecológico le sirve de pretexto. Se ríe con una mueca de “enfant terrible” en cada paso que da, en cada ganancia que su espíritu apóstata le indica y sigue adelante con su confianza a cuesta. 

Sus colores iniciales tienden a lo metálico, al plateado y pigmentos ocres apagados, sin ningún brillo. Son manchas que diluye sobre la tela virgen, capas de colores sobrepuestas,  lavadas una y otra vez, hasta lograr ese tinte que semeja lo corroído. Son chorreados dejados casi al descuido. Pinta con toda la energía física de su cuerpo, con toda su energía emocional. Llena todos los espacios de la obra y traza insinuadas “caligrafías” como ancestrales palabras inacabadas. Es una obra que explota en la cara de los escépticos y él lo sabe. Es una obra que no parte del dibujo, sino de la pintura misma. Realiza un trabajo tomando los mayores riesgos, los senderos más espinosos. No transita ni los atajos ni los caminos conocidos.

Moscu-Rusia, Serie "Mundo"
Hoy Alberto Riera, continúa su búsqueda dentro de la naturaleza y por las experiencias que ha ganado en sus viajes por diversos países. Trabaja en dos series casi en paralelo: “Flores de Latinoamerica”  y “Mundo”. Con la primera se encuentra con el color en trazos y manchas llenas de energía, creando un dialogo consigo mismo, con su identidad y donde la naturaleza tropical se ve reflejada con pigmentos de intensas tintas, manchas muy sintéticas y sencillas que no ocupan toda la tela y donde el fondo sin pastosidad cromática es parte del discurso. 

En la serie “Mundo”, se podría decir que descubre el "dibujo", con trazos minimalistas expresados mediante el uso de una “caligrafía primitiva” de palabras superpuestas y una síntesis llevada al extremo. Es una serie dedicada a los países o continentes y donde el color toma una importancia semiótica, variando según la percepción que cada país le trasmite y donde el espacio sin carga de pigmentos y algunos colores al fondo,  juegan una nueva importancia en la composición. Es una obra de extrema sencillez, que recuerda la pintura zen japonesa.

Alberto Riera, ha pintado fundamentalmente para él, sin prepotencia ni pretensiones. Hoy ha expuesto sus pinturas en Venezuela, USA, Brasil, España, Inglaterra, Colombia. Vive entre Madrid, New York y Caracas-Barquisimeto. Ha ganado en su país los más importantes salones de arte. Mantiene la naturalidad de su personalidad, una conversación que dispara como metralleta y esa frescura en el rostro de joven travieso y transgresor. Hoy, los que ayer no creían en su trabajo plástico lo llaman con respeto “colega”. Yo siempre lo he sentido así, mi colega, y lo llamo con cariño mi ahijado. Felicitaciones Alberto Riera, sigue adelante. 


"Caracas revisited. Una poética de la nocturnidad: un canto de dolor y vida (Hector Seijas. "Caracas revisitedUna poética de la nocturnidad".  Editorial Fundación El Perro y la Rana, Caracas, Venezuela, 2010.)

        Altar

      Escapularios. Flores benditas. Agua traída de manantiales secretos.Tabaco. Perfumes. Granos misteriosos. Aves espectaculares. Cotorras de colores. Piedras brillantes.Fosforecentes vegeyaciones acumulan pruebas, testimonios de aquel laberinto clausurado. La ciudad crece sobre lo que antes era valle, hondonada, bosque, pedregal, laguna, arboleda, campiña, rio, montaña, loma, barranco, cueva, canjilón, quebrada, precipicio. La ciudad se desborda y reclama mas espacio. El resultado: un inmenso vacío. Del Paisaje anterior quedan sólo nombres. Donde antes había un rio, una quebrada, sólo nombres que gravitan sobre el vacío. Un vacío terrible. El vacío de la naturaleza. Los nombres cuya función se limita a indicar o a recordar que allí antes había una arboleda, un bosque, un rio, una fuente.

Así escribe, así reclama de una manera polémica, el poeta Héctor Seijas por una Caracas que antes era verdor, agua y humanidad. Un poemario verdadero canto, o quizás inmenso dolor y queja, por ese suicidio ecológico y deshumanización, valle descuidado y casi destruido por el poder económico de quienes la han habitado y vieron en él una forma de hacer negocio y riqueza, en detrimento de una naturaleza, de una ciudad, de la gente toda.  
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De “Caracas revisited. Una poética de la nocturnidad”, el poeta William Osuna escribe:

“En Caracas revisited, la ciudad se convierte en brote de neón  máscara trágica, hace eclosión en sus contradicciones: bajando el monte Avila discurre en agua clara, piedras pulidas, reinitas y tordos chocolateros que retozan en la quebrada de Catuche: en el centro, falansterio de esperpentos,, dispuestos a intercambiar miserias  en el Edén de los lateros de la avenida Baralt. Por la orilla, pagina a pagina, nos presenta la cartografía infernal de la nocturnidad caraqueña, nos muestra el averno por las aguas del Guaire, las puertas de Sodoma, los templos de Babilonia, el trono, en la majestad, de los hombres de paja…


…En Caracas, Héctor Seijas, a partir de su libro Caracas revisited, crea su propia epistemología, visibiliza a sus habitantes y los grupos sociales, humillados y ofendidos por el capitalismo...”


"Caracas revisitedUna poética de la nocturnidad" , es un poemario de profunda reflexión y de hermosa escritura,  que nos lleva de la mano por el valle de Caracas, su dolor y su belleza. De venta en las Librerías del Sur, por el módico precio de Bs. 5°°.( $ 0,79)


La obra de arte y el artista


Vassily Kandinsky
“La verdadera obra de arte nace misteriosamente del artista por vía mística. Separada de él, adquiere vida propia, se convierte en una personalidad, un “sujeto” independiente que respira individualmente y que tiene una vida material real. No es pues un fenómeno indiferente y casual que permanece indiferente en el mundo espiritual, sino que posee, como todo ente, fuerzas activas y creativas. La obra de arte vive y actúa, colabora en la creación de la atmósfera espiritual... 

…La pintura es un arte, y el arte, en su aspecto global, no es una «creación inútil de objetos» que se deshacen en el vacío sino una fuerza útil que sirve al desarrollo y a la sensibilización del alma humana –que apoya el movimiento del triángulo–. El arte es el lenguaje que habla al alma de cosas que son para ella el pan cotidiano, que sólo puede recibir en esta forma.

Cuando el arte se sustrae a esta obligación queda un hueco vacío, ya que no existe ningún poder que sustituya al arte. En todo momento en que el alma humana viva una vida más fuerte, el arte revivirá, ya que alma y arte están en relación de efecto y de perfección recíprocos. En los períodos en los que las ideas materialistas, el ateísmo y los afanes puramente prácticos que se derivan de ellos, atontan al alma abandonada, se opina que el arte «puro» no ha sido dado al hombre para fines especiales, sino que es «gratuito»; que el arte existe sólo para el arte. El lazo que une el arte y el alma se queda medio anestesiado. Pronto, sin embargo, esta situación se venga: el artista y el espectador, que dialogan en el lenguaje del alma, ya no se entienden, y el último vuelve la espalda al primero o le mira como a un ilusionista cuya habilidad y capacidad de invención admira.”

Vassily Vasílievich Kandinsky  (Moscú, 1866 – Neuilly-sur-Seine, 1944). Capítulo VIII: La obra de arte y el artista, del libro “De lo espiritual en el arte”.1910



Miguel Granado-Troconis
Artista Plástico / Lic. en Artes Plásticas 
artegranado@gmail.com

domingo, 3 de febrero de 2013

6to Encuentro: Arte Contemporáneo de Lara en el Museo Alejandro Otero de Caracas

(Tomado de  Agencia Venezolana de Noticias. Exposición Na'guará recorre la naturaleza viva del estado Lara en el MAO )

Exposición Na'guará recorre la naturaleza viva del 

estado Lara en el Museo Alejandro Otero

Escultura de Joel Pacheco  delante del texto de presentación de la exposición  Na Guara 
Caracas, 30 Ene. AVN.- Con una propuesta cargada de elementos plásticos recogidos de la madre naturaleza, la exposición Na'guará. Arte contemporáneo de Lara ofrece una gama de tendencias e innovaciones escultóricas en las salas 1, 2 y 3 del Museo Alejandro Otero (MAO), ubicado en el Complejo Cultural La Rinconada.
El motivo larense "está inundado de mucha originalidad. Son propuestas locales que no están contaminadas y tienen siempre presente un referente hacia lo venezolano, sin estar lleno de tendencias foráneas. Sus técnicas abordan el terruño de manera pura. Las obras atrapan por su esencia local", describe el curador de la muestra, Luis Galíndez.
Temas cercanos a la región como la tierra, las situaciones cotidianas, símbolos ancestrales, tradiciones populares, experiencias personales de cada artista y la infancia como recuerdo emocional ligado a las nuevas creaciones, son parte del repertorio visual de la muestra.
"Hay una sala dedicada a lo ancestral y simbólico, donde se encuentran materia, escultura, técnicas de vitrofusión y trabajos en tela. También hay mucha presencia de materiales autóctonos de Lara como la cocuiza, la madera, los pájaros y la amplia naturaleza", agregó el curador.

Miguel Granado Troconis
Durante el recorrido resaltan un par de piezas que nutren la serie Las venas abiertas, del artista Miguel Granado-Troconis, inspiradas en conceptos extraídos del texto del uruguayo Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina.
"Trabajé aspectos como la conquista, nuestra emancipación hasta hoy y, sobre todo, me preocupé mucho por la explotación del petróleo y la eterna búsqueda del oro. Trabajé cada concepto a través de la abstracción, el estudio del color y un acercamiento con los hilos y tapices", resalta el creador.Su cuadro lleva por nombre Mar en azul petróleo y se complementa con lana oscura, brochazos espesos y un océano profundo que va en degradación hasta tonalidades más claras. Su pareja, La rueda de El dorado, subraya el amarillo en la mirada y se complementa con una rueda que simboliza el eterno círculo corruptivo del hombre en búsqueda de riquezas materiales.
Esos objetos que se añaden a la obra de arte son parte "de un gran paseo que hago por mi ciudad. Voy a esos lugares donde la gente bota cosas, las recojo y las llevo a mi taller para incorporarlos a mi técnica pictórica", explica Granado.

Enrique Hernandez Perez
El fin de un milenio también adorna las paredes con signos figurativos en formas geométricas de varias texturas cromáticas que a descripción de su creador  demuestran el caos presente en la crisis económica atravesada por Europa después de la llegada del nuevo milenio.
"Es una obra que parte de las tensiones sociales que se están dando en Europa y que he tomado a partir de mi larga estadía en Roma. Tomo algunos elementos de la crisis como la angustia en la gente y las movilizaciones populares", detalla Enrique Hernández Pérez.



Henry Gil
Justo en la entrada de la exposición descansa una estructura colgante amarrada ordinariamente con caña brava, bambú, pabilo, mata de uva de playa y caracoles. Se trata de una creación de Henry Gil, artista que con su pieza rinde homenaje a la sencillez del "Pintor de Macuto", Armando Reverón.
"Se llama Barca solar y está elaborada con materiales de reciclaje, cosas que se recogen en la orilla de la playa. Es una pieza que rememora la sencillez de los materiales que él utilizó (Reverón)", subraya el artista.


Obras para apreciar
Por la sala 2 del MAO se aprecian una decena de obras para degustar con los ojos. Van desde La cama, de Francisco León, hasta el juego arenoso deMarabunta, de Lino Rojas, que se desparrama por el piso.
En la primera, el costado de madera de una amplia cama se observa frontal juntada con una intervención de tela que se aprecia como una frondosa cobija almidonada en azules pálidos. La segunda simula un juego de niños en el que la arena pastosa recrea una autopista repleta de insectos esculpidos en madera y metales.
Por su parte, la sala 1 se muestra como un desierto abierto en el que las piezas colgantes representan cielo, tierra y la humanidad pintada a partir de rituales indígenas. Destacan las esculturas de Rosellano García, hechas en hierro sobre cortezas de árboles que adornan el espacio con tres piezas sin título.
El imaginario indígena se ve representado en la lanza o flecha de madera esculpida, titulada Ley de la tierra, ley de la vida, del creador Rodrigo Rodríguez. La pieza se levanta sobre un círculo de piedras rodeado de huellas de pies pintadas de rojo que simulan la danza ancestral de uno o varios hombres.
Para finalizar, la sala 3 se integra de grandes cuadros al estilo impresionista, instalaciones de papel pintado, fotografías urbanas, vídeos y colgantes sujetos con largos cordones.
Sumergiéndote en el olvido, de Adrián Pérez, aporta peso al espacio aéreo con tres piedras sostenidas por largos hilos negros hasta el techo.
Así, entre esculturas, juegos de óleos, innovaciones levantadas en el piso del museo e historias capturadas con cámaras de video el estado Lara ofrece su más popular expresión de ¡Na'guará, llegaron los guaros!, como reza el material informativo de la exposición, que se mantendrá hasta abril en el MAO, de 9:00 de la mañana a 5:00 de la tarde.

Tres pinturas de la "Serie Las venas abiertas" de Miguel Granado Troconis



Sala Dos, a la izquierda obras de Miguel Granado Troconis, al frente obra de Lino Rojas

Sala Dos, a la derecha  poliptico de Jorge Sanchez y obra de Efrain  Franco 

Esculturas de Adrian Perez

Sala Uno, a la izq. y centro esculturas de Roseliano Garcia y al fondo esculturas 
de Rodrigo Rodriguez.


Miguel Granado-Troconis
Artista Plástico / Lic. en Artes Plásticas 
artegranado@gmail.com
AVN 30/01/2013 16:01

sábado, 2 de febrero de 2013

5to Encuentro: La pintura de Enrique Hernandez y la poesia de Gustavo Pereira: lo contemporáneo y lo ancestral

Enrique Hernández Pérez y su mundo geométrico, mágico y simbólico


Enrique Hernández Pérez en su taller, Roma, Italia
Después de 34 años de residencia en Europa, con sus visitas interanuales a Barquisimeto, este mes de enero de 2013, el artista Enrique Hernández Pérez, viene a Venezuela con la intención de quedarse unos cuatro meses continuos para trabajar su obras acá y hacer contacto con galerías y Salones de Arte, con el fin de recuperar un espacio artístico, que en parte había descuidado. En estos años, Hernández Pérez ha realizado múltiples exposiciones individuales y colectivas, con gran receptividad de sus obras, en España, Italia, Chile, México, Suiza y Venezuela, 

Enrique Hernández Pérez, artista larense (Barquisimeto, 1951), estudió en la Escuela de Artes Plásticas "Martín Tovar y Tovar" de Barquisimeto (1969-1972), en una época cuando tratábamos de realizar un arte con un lenguaje más contemporáneo y donde la búsqueda de una expresión latinoamericana fue el norte de casi todos los que allí  estudiábamos  bajo la dirección del artista Simón Gouverneur y la poeta Beatriz Viggiani.

Fueron tiempos de discusiones y confrontaciones, de reflexiones y de atrevimientos, que dió su fruto en la plástica larense.  Indagar en nuestras propias entrañas, en lo profundo y telúrico de nuestras culturas primigenias y en las expresiones populares y sincreticas de nuestro pueblo mestizo, indovenezolano y afrodescendiente,  volteando la mirada hacia la América nuestra, más que hacia Europa, indagar todos los días en lo ontológico y en lo fenomenológico del pensamiento nuestro americano, descubrir el sistema semiológico de nuestros códigos para la realización de un lenguaje plástico, cada día más cercano a nosotros mismos, revisando a la vez, los códigos del arte contemporáneo europeo, como otra herencia. Fue  la gigantesca tarea propuesta con pasión y convicción para descubrirnos en el Ser Latinoamericano.

"Juego en tablero azul"
 En 1979, Enrique Hernández Pérez viaja a España, donde permanece un año. Se residencia en Roma al año siguiente. Desde allí, ha trabajado su pintura y sus gráficas y ha mantenido una consistente búsqueda en el campo de la geometría y lo simbólico  con una visión antropológica y estructuralista.

Su búsqueda inicial, basado en los diseños de la cestería y petroglifos de los pueblos indígenas de la Amazona venezolana, y en los diseños gráficos de la cerámica de la Región arqueológica de Quíbor  en el Estado Lara, lo lleva al uso de colores ocres, tierras y líneas en grecas, que le permitió recrear plásticamente todo un mundo basado en una pintura geométrica, que le ha dado una sólida raíz expresiva y que permanece hoy alimentando su trabajo gráfico y pictórico.

"Símbolos referentes de una cultura"
Posteriormente, Enrique Hernández Pérez, se sumerge en el estudio de la mitología Makiritare de la Amazona venezolana, en su cosmovisión, no para realizar una representación de los mismos, sino para plasmar una reinvención mágico- geométrica de un mundo que le pertenece, que es parte de su yo colectivo. Sus trabajos toman un color cálido y de grandes contrastes. Son los colores de la selva amazónica, la de los tejidos wayuu, los colores de la cosmovisión de un mundo mágico y simbólico, y que hoy entremezcla con códigos tomados de una cultura industrial y tecnológica, de una Europa que pretende por momentos arroparlo. Su obra resulta así de un sincretismo, donde la visión del hombre americano se mantiene. Allí también se descubre, sus estudios de los grandes maestros rusos iniciadores del arte geométrico del siglo XX, de sus primeros estudios de Piet Mondrian y la enseñanza de su maestro Simón Gouverneur, de los conceptos de la antropología estructural de Lévi- Strauss y semiológicos de Ferdinand de Saussure, de su idea de lo mágico  americano como vivencia cultural, que configura los aportes expresivos, plásticos y estéticos que ha alcanzado este artista para reunir estos dos mundos.





COSTADO INDIO: Sobre poesía indígena venezolana 
y otros textos”.(Gustavo Pereira. Editorial Fundación Biblioteca Ayacucho, Caracas, Venezuela, 2001).


Gustavo Pereira
Gustavo Pereira nació en Punta de Piedras, Isla de Margarita, Venezuela, el 7 de marzo de 1940. Es poeta y crítico literario, con Doctorado en Estudios Literarios en la Universidad de La Sorbona de Paris. Fundador del Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales y del Centro de Investigaciones Socio-Humanísticas de la Universidad de Oriente (UDO).
Ha recibido algunos reconocimientos, entre ellos, el Premio Joven Poesía de la Universidad Central de Venezuela (UCV, 1965), el Premio Municipal de Poesía de Caracas (1988), el Premio Fundarte de Poesía (1993), el Premio de la XII Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1997) y el Premio Nacional de Literatura de Venezuela 2001. En 2008, la 5a edición del Festival Mundial de Poesía fue dedicado a este poeta.
Entre sus mas de 30 obras publicadas tenemos: Preparativos del viaje, 1964; El interior de las sombras, 1968; Los cuatro horizontes del cielo, 1970; Poesía de qué, 1971; Libro de los Somaris, 1974; Segundo libro de los Somaris, 1979; El peor de los oficios, 1990; La fiesta sigue, 1992, Escrito de salvaje, 1993; Costado indio, 2001; Los seres invisibles, 2005.



“Ser poeta latinoamericano hoy es un estado de conciencia”
Gustavo Pereira






COSTADO INDIO es uno de esos pocos libros escritos por un poeta, donde no solo presenta su propia poesía, sino que también  “revela su inclinación por la sensibilidad y el ritmo del poema indígena”. Así nacen los “Eremuk”, poemas cortos a la manera del canto pemón, como un homenaje a ese pueblo de la Gran Sabana, escritos de manera bilingüe pemón-castellano, y que deja ver toda la sensibilidad a traves de hermosas metaforas, en un eterno acercamiento a su raiz indigena:


   

Toronkán daí                                                                                            Toronkán daí


Toronkán daí                                                               En tiempos de vientos fuertes
          Chintö tesán                                                                         Los que están allá
          Etek n-epuná-san                                                                 Los enseñados por la piedra
Sané                                                                            Ciertamente
           Sané                                                                                    A la verdad
                        U-n-apömasán yamó                                                       Estos son llamados por mi
Sörö-warö                                                                    Ahora
                Kapuí viyú yaí to etöpö                                               Se fueron con la luz de la luna
                           Sörö daú.                                                                     En este día



              Yuro ad-avachirú                                                             Yuro ad-avachirú



Tukarö chiricö temotasén pa it-chirön-ta        Por todas las estrellas fugaces y su chisporrotear
Tukarö aimutún it-ekú.yöiton poró                    Por todos los arboles que tienen su jugo blanco 
Katurú. yepoí Katurú.donó                                 Sobre las nubes Bajo las nubes
Ka-verek yepoí Etinka donó                               Sobre las calinas Bajo el retumbar del trueno
I-kaí vinu Pu-yaí vinu Paraú. ratoí po                Aguas arriba Aguas abajo
Wei epaka vinu tuteí                                            Caminando hacia la salida del sol
Dereta pairö chia pairé                                        Hacia la medianoche o más allá
                               Apötöpök e´daik.                                                                     Yo te amo


       
Pereira nos entrega también en este libro, un estudio de la poesía, mitos y otras expresiones literarias de los pueblos indígenas que habitan hoy en la región amazónica de Venezuela, mostrándonos  “sus estudios sobre la metáfora y el símbolo, la reiteración del verso y, sobre todo, el sentido de la poesía, en tanto que expresión viva y cotidiana en esos pueblos,” en “esa otra sensibilidad, soslayada tradicionalmente, cuya lógica y estética nos comunica con otra forma de aprehender la realidad, lejana a nuestra lógica aristotélica, eurocéntrica y occidental, pero que también subyace en la conformación de nuestro imaginario latinoamericano”   

 Al final de este libro, el poeta realiza un acucioso y crítico ensayo de esta “América amaestrada” que se expresa en el pensamiento de una sociedad criolla que ha “heredado los prejuicios etnocéntricos y racistas del colonizador”, revelando esa cultura del pensamiento colonizado que aún hoy persiste en muchos nacidos y nacidas en estas tierras,  expresados en una conducta casi irracional, intolerantes, racistas y con una carga de prejuicio que les cubre el alma y el entendimiento, como una gruesa costra. ( El pasado viernes 1 de febrero, casi fui testigo  en una clase de “doctorantes de Cultura Latinoamericana y del Caribe” en la Universidad Pedagógica de Barquisimeto, de esa actitud de pensamiento colonizado, con un intento de "linchamiento intelectual" por parte de enardecidos "doctorantes" con el apoyo tacito del Doctor responsable de la catedra, que se negaban a aceptar lo expuesto por  un grupo que exponian nuestro origen indigena y la riqueza que ello ha significado para el Ser Latinoamericano y esta "raza cosmica" de la que hablaba Vasconcelos.)

COSTADO INDIO: Sobre poesía indígena venezolana y otros textos” es un libro de fundamental lectura y estudio para conocer y comprender nuestro Ser Latinoamericano. De venta en todas  las Librerías del Sur. Recomendamos su lectura.




La vuelta al origen: ser uno mismo y el todo social, una búsqueda artística necesaria. 


”Cuando el hombre se sintió solo en el paisaje primordial de la prehistoria, acomodo su vida con monumentos creados con las piedras y recursos de que disponía. Aquel mundo silvestre y elemental tenia por escenario la vastedad misma de la tierra y los confines del cielo, las estrellas y el cosmo. Y con ellos se comunicaba: las piedras del santuario megalítico de Strnehenge, están dispuestas en homenaje al sol, de tal manera que el eje coincide con el punto de la salida del sol, en el día mas largo del verano y del año. Casi cuatro milenios mas tarde, el hombre ya no vive en tan esplendidos tratos con el universo y se ha convertido en otra cosa. En animal de ciudad.

También en Venezuela el hombre de las primeras eras manejo lenguajes con el universo. Hundió las manos en arcilla y plasmo efigies de dioses y entes terrenos. Grabó el signo y la imagen en la piedra. Reprodujo en tejidos de fibras y tintas naturales la mínima arquitectura de la geometría rigurosa, como versiones decantadas de los pulsos orgánicos. Si hay algo en común en las culturas autóctonas y en las que vinieron con calor y con cantos del África, es la unión comunitaria en la misma trama vital: cada uno era él mismo y el todo de la sociedad. El conquistador trajo de Europa credos y dogmas, tal vez más fuertes que las armas y el aniquilamiento, porque ya no habría más un “nosotros”. Toda nuestra historia, desde entonces, es, deberá ser, el esfuerzo por conseguir la solidaridad total de pueblo, que solo la conciencia de la identidad cultural podrá devolvernos”.

(Roberto Guevara. “Arte para una nueva escala”, Editado por Maraven, Caracas, Venezuela, 1978)



Miguel Granado-Troconis
Artista Plástico / Lic. en Artes Plásticas 
artegranado@gmail.com